Un enojo... Sorpresiva felicidad
Era feliz y aburrida al mismo tiempo. Paradoja del destino. Momentos de alegría desenfrenada y llanto angustiante, doloroso y aterrador. Sólo ella podía entender la carcajada dolida con llanto.
Caminaba. Siempre caminaba. Daba vueltas como queriendo encontrarse en la próxima. Cada vuelta recorrida despacio, como buscando migajas de su vida en el piso.
Esa mañana reventó. Se cansó de esperar. Se cansó de obedecer.Se cansó de aceptar. Era hora!!!
Nunca se preguntó porque aceptaba. Sólo aceptaba... cuestionaba para adentro, nunca hacía escuchar su voz.
La noche anterior algunas palabras y la indiferencia de “ese” hombre...la hicieron reaccionar... y pensó : “vos NO.. a vos no te lo acepto”. Era por él o por ella? Era capricho, locura, qué la movilizó? Qué buscaba esa noche?
Se levantó temprano. Se puso los vaqueros, la musculosa verde, calzó las zapatillas, y el broche en el pelo . Agarró la mochila, el celular, las llaves... estaba todo. Cerró las puertas y caminó. La angustia le indicaba que fuera más rápido entonces corrió y corrió hasta llegar a la esquina de la casa de él.
Vio pasar un micro con gente... se frenó. Alguien desde la ventanilla le habló, gritó su nombre. La desconcertó. Se paralizó en la esquina. Miró el transporte, alguien bajaba corriendo y gritaba su nombre. Sólo sonrió al descubrir que era Carlos.
Un torbellino de recuerdos le sacudieron la cabeza.
Carlos, Charly, era su amigo de la adolescencia... amigos de cine. Rubio, de ojos verdes, 1,80 mts, tan bonito él y tan desastroza ella.
Las veces que caminaron por Carlos Pellegrini, saliendo del cine, charlando, soñando preocupándose por el futuro, los hijos, las familias.
Charly no quería ser padre “grande” a lo sumo ser padre a los 22, ella quería ser madre a los 39 y sin marido era mejor. Cuántas distancias. De Lavalle hasta Las Heras.
Así fueron las distancias en sus vidas.
Ella se casó a los 22, un hijo a los 23, profesional a los 31... viuda a los 38, al fin y al cabo.. sin marido a los 39.
Él se recibió de abogado a los 25, se había casado a los 35, el hijo nunca llegó. Si llegó el tedio, la infidelidad, el aburrimiento, la desesperación, el abandono. De eso se enteró mas tarde.
La alegría y la confusión se apoderaron de su cara, limpia de maquillaje y con arrugas por el paso del tiempo. Pensó: No cambie nada?? sólo el pelo?? es mas largo, estoy mas gorda.. cómo me reconoció?
Él sigue igual. Con un poco menos de cabello. Pero rubio... no estaba canoso, a pesar de los años que pasaron. Cómo me reconoció, qué hace acá?
Él.. caminaba seguro y al encontrarse de frente a ella sólo amago a decirle:
-te busqué... te busqué y no podía encontrarte.
Ella como de costumbre desconfiada, solo dijo:
- No te creo.
Y se lanzó a darle un fuerte abrazo como los de la adolescencia. Se abrazaron por un largo rato. Sin emitir sonido. Solo se sintieron en el abrazo. El silencio se apoderó de la situación. Decían en el abrazo. Decían con los ojos
Caminaron juntos sin hablar. Entraron al bar y se despacharon con las novedades de los últimos 25 años. A cada uno la vida le había jugado una mala pasada. De vez en cuando con buenos momentos.
Así se descubrieron.... en todo ese tiempo se pensaron. Se necesitaban para contarse cada paso.
Asi también... confesaron que ninguno se buscó por miedo a desvirtuar “la amistad”, por temor a los olvidos. Se pensaron durante 25 años. Se acompañaron en las distancias.
Ahora él le contaba sus cuitas y ella sus desengaños de los últimos meses.
Por un momento, ella, recordó qué hacía en esa esquina. Pero la angustia había desaparecido. Sonrió. Y pensó lo que tantas veces se había repetido. “No hay casualidades sino causalidades!”.
Ese hombre, "el indiferente", había hecho que dos... se reencontraran. Que se reconocieran a pesar del tiempo.
Charly estaba de paso en la ciudad, cuestiones de trabajo. Quedaron en verse de nuevo y en no separse. Intercambiaron direcciones, mails, fijos y celulares. Se acompañaron, como de Lavalle hasta Las Heras.
De vez en vez se ven. Pero ya no como amigos adolescentes.
Parece que ella se olvidó del “indiferente”, ya no está mas aburrida, y se ve muy feliz.
Mientras Charly se pregunta si aunque “grande” ya... ella querrá darle un hijo.
2 comentarios:
Querida amiga: esto amerita cerveza y TIEMPO!. Es más...yo diría que da hasta para escapada en carpa de dos días!!!, pero ya viste la que me mandé con el sueldo asi que será la cerveza platense!!!.
besotesss
Es febrero, algunos leyeron este relato y pidieron el cambio de la bajada. Bueno lo concebí con ese nombre, pero a pedido del publico lector podríamos llamarlo "De Lavalle hasta Las Heras". si es marketinero y vendemos más libros ese quedará!!!! jajaj
ahhh.. no soy yo la de la historia.
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