lunes, 15 de marzo de 2010

Camino a la paz...


Quiso tener la mente en blanco. Despejarse de los avatares del comienzo del año. Las cosas no habían salido como lo esperaba. Normalidades, si es que vale el término, de una vida totalmente proyectada hacia el éxito.
El plan indicaba: un viaje, no sabía dónde... pero un viaje; dejar la mente en blanco (por unos días, no vendría nada mal) y aprender de la soledad, esa que conocía en un ámbito donde siempre había amigos a quien llamar y con quien apaciguarla.
Cuando comentó la idea la respuesta de alguien fue… “irte ahora, en esta época a un lugar de playa es como esquiar en Bariloche en pleno enero”. Paradojas de la naturaleza… Nevó el 3 de febrero… Es decir, partiría ya que supuso que era una señal.
Salió casi sin rumbo. Compró un pasaje. Sólo sabía que quería Mar y cielo. Agua, aire y en lo posible algo de verde. El domingo de madrugada, se levantó a las corridas, el reloj se detuvo y no sonó. De todas maneras, todo calculado,había pedido que el chofer del remis le tocara el timbre. Así fue.
Estaba ansiosa por salir. Se sentó en su butaca. Esperó la partida y se dispuso a comenzar un sueño. El micro partió tan puntual, que hasta se sorprendió. Pocas horas de viaje, pero lo suficiente como para entablar conversaciones con otros pasajeros. Notó la necesidad de charla, de contacto que otros sienten. No era exclusividad de ella.
Veía todo y a todos como si formaran parte de un film, en donde ella era la espectadora y realizadora al mismo tiempo. Las escenas las quería preparar ella. Esta vez era ella la que recreara cada escena,como ella quería verla y vivirla.
Durante el viaje, charló,durmió, miró por la ventanilla,soñó dormida y despierta. Pero lo que menos hacía era planificar. Por primera vez en la vida sólo quería que los días fluyeran. Así… sin más que tratando de vivirlos sin racionalizarlos. Ahora si comenzaba un nuevo año... veintediez, le gusta llamarlo… da a publicidad y a bueno, como casi todas las publicidades!! Así debían ser sus días frescos y felices (era sólo eso lo que esperaba, no lo programaba…).
Por fin llegó y el bosque la recibió. Caminó unas cuadras y un sonido profundo, con libertad la llamaba. El aroma del mar la atraía. Llegaron a buscarla y se trasladó el resto del camino en auto sintiendo el mar tan cerca que vibró "una fuerza" dentro de ella.
Saludos de cortesía, compras de rigor y por fin el momento de caminar los pocos metros que la separaban de la playa.
Desde el día que conoció la playa tiene por costumbre recorrerla, como para reconocer el territorio. Amoldar su cuerpo al lugar y aclimatarse. Esta Vez no fue muy distinto. Sólo que el mar la reclamaba como propia. Caminó unos pasos y no resistió a sumergirse. Tal como había llegado, bermudas y remera.
Así comenzó su estadía.

Tiempo de descanso...



Los amigos partieron la noche anterior, las obligaciones anuales comenzaban para ellos. En cambio para ella comenzaba el descanso.
El cambio de casa, de sonidos y de costumbres la despertaron a las 5 de la mañana. Se levantó muy fresca. Desayunó y decidió salir a caminar. Llevó la cámara fotográfica y comenzó la jornada.
Primera imagen tras abrir la puerta: La luna llena la despedía de a poco. Al llegar a la playa vio cómo amanecía. Y los primeros pasos los hizo a puro gatillar la cámara. No sabe cuánto caminó, sí sabe que el sol y la luna compartieron parte de ese momento. El mar le besaba los pies,la sal se impregnaba en su piel y el viento el rostro. Sintió la paz que hacía rato buscaba.
En un momento se descubrió pensando en nada. Nunca había experimentado eso de no tener imágenes ni palabras en su mente. De hecho nunca se había imaginado que fuera tan fácil no pensar, ni hablar, ni escucharse mentalmente.
El mediodía la encontró en la playa. Volvió a la casa, preparó un almuerzo sencillo y volvió a vivir la playa.
Los días corrían y vivía más o menos lo mismo cada uno de ellos. Sólo algunas tardes de frío y lluvia se trasladó hacia la localidad cercana, eso que ella llamaba “el centro”.
De tanto en tanto alguna película, música de esa que no acostumbraba a escuchar a diario, ni nada que la hiciera recordar nada ni a nadie. Escribió un poco. Paseo por el jardín. Descubrió los insectos del lugar con los que aprendió a convivir los días que vivió allí (unos 15).
Conoció, sin establecer contacto, los personajes del lugar. Caminó por toda la costa, día tras día. Las mismas caras, las mismas cañas, las mismas redes. Lo que cambiaba era el mar. El color o el espacio que ganaba con las mareas.
Tras el correr del tiempo se dio cuenta que había logrado lo que quería,“desenchufarse”, salirse de la rutina, de las costumbres de la ciudad. Pudo leer dos libros (hacía tiempo que no le dedicaba lo suficiente a una lectura que no fuera estudio), hizo crucigramas y sopas de letras, dibujó y hasta cocinó.
Hoy, y ya en la ciudad le queda el consuelo de haber vivido dos semanas terriblemente buenas, que le sirvieron para aprender a vivir.

Volviendo...



La mañana estuvo gris. Fresco para lo acostumbrado,si hasta lloviznó un poco. La sudestada trajo el mar hasta la calle costanera y las ganas de playa sólo quedaron en el deck, elegido para una foto feisbook.
Ya no estaba sola. Sus amores habían llegado la noche del viernes.
El día no daba para mucho. Los arreglos finales, la limpieza de la casa,preparar el viaje, las duchas preliminares y salir.
El proyecto, salir a las 19. La lluvia cambió los planes.
Las despedidas fueron silenciosas y sin llantos. Los aromas se iban con ellos,los sonidos del mar retumbaban en sus oídos. Pero intentaban no acallarlos con simples gestos de aceptación o negación ante las palabras de cualquiera de ellos.
Subieron al auto. En silencio tomaron la calle 1,doblaron por la 26 hasta salir a la ruta. Miraron cada árbol que los separaba del paraíso, dijeron chau con gesto infantil y empezaron el regreso.
Los mates comenzaron a los 15 minutos del viaje. Ahí también los chistes y las anécdotas de los últimos días. Lo bien que habían estado y las historias de las fundaciones de cada localidad por la que pasaban.Pavadas que dicen algunos,ricas historias para otros.
La ciudad los recibió a las 19.30 y el humor citadino se les vino encima. Acomodaron y el sueño los atacó temprano. Algunos soñaron con el mar. Otros,sencillamente, soñaron.
El Lunes los encontró en otra cama, en otro sitio y la rutina los invadió.
La ciudad, las circunstancias,las personas no habían cambiado.Ellos sí.
De alguna manera, supieron que ellos,tenían la fuerza y la energía que el mar y el sol de los días anteriores le habían regalado.
Ella volvió con un tostado increíble. Contenta como pocas veces la vieron. De hecho, fue una de las cosas que remarcaron."Se Te ve Feliz"... ella pensó "Estoy" y no es poco. Sonrió y caminó hasta su escritorio. La tarde comenzó y ella no lograba estar en la oficina.
De lo único que se acuerda es que nada pudo sacarle la sonrisa del rostro en su primer día laboral.
"Estoy... y no es poco"- murmuró antes de acostarse. Sonrió y se quedó dormida.