martes, 15 de febrero de 2011

Lo que te debía...




Bajita, andariega, meticulosa con las plantas y piromaníaca. Morocha, encanecida por los años y por renegar con los cuatro varones de su vida.
Así… una tarde de diciembre la conocí. Lo primero que aclaró con una sonrisa y voz un tanto grave fue: “ah… nena si te molestan las puteadas y que te diga las cosas de frente, fuiste. Yo soy así”
Veinte años de pasar por la puerta, de charlar… de esto de aquello y lo de más allá. De los dolores y las alegrías.
Los diciembres eran nuestros meses de mayor contacto. Los jazmines habían comenzado a aparecer y los tres primeros que sacaba eran míos. La primera tanda de ciruelas de los árboles del fondo de casa eran de ella! El trueque nos acercó. Mi casa olía a jazmines y la suya a ciruelas.
Después de la muerte de uno de sus hijos, mi querida vieja decayó. Las puteadas eran más dolorosas… y las palabras mas rudas. Si antes no medía, en estos 9 años menos.
Sentía que “el barba” le había hecho flacos favores con las penas desde que murió su marido, “sumale la muerte de un hijo”-solía decir con los ojos llorosos pero la voz bien firme.
Cuatro años después del “más chico”… le llegó el turno a Huguito. Si me habrá abrazado esa vieja!!! y desde ese mes de mayo… los tres primeros jazmines ya dejaron de ser míos. Ahora se los “regalaba” a mi negro.
La “vieja” se hacía querer. Así al natural, sin maquillaje y con la escobilla siempre en la mano! A veces, cambiaba la escobilla por una tira medidora de empachos, a las que le agregaba “ chee... pendeja ponele pañitos con vinagre y que no coma!”- te daba un vaso con agua tibia y seguía.
Por cuestiones de horarios, de trabajo y de comodidad dejé de pasar por la puerta de “la vieja”. Cada tanto me gritaba desde la mitad de cuadra: “ Tenes plata o novio con plata para no pasar por acá?” –me obligaba por lo menos un día de fin de semana a pasar y gritarle “chau, vieja” y ella contestaba “chau, piba!” Así nos demostrábamos el afecto. Nunca un beso o un abrazo. Así a lo lejos nos queríamos. Respetando nuestros espacios. Por momentos y tras la muerte de mi madre, la tomé prestada y extrañaba cuando en la charla no había una puteada, la que era debidamente reclamada por mí. Me daba el gusto y salíamos entre risas y llantos ahogados a la puerta a ver las plantas.
Desde hace unos meses que no la veía en la puerta. Me enteré que una enfermedad me la tenía a mal traer. Adriana, me dijo que estaba mal… prometí pasar a verla. Pero la vieja atolondrada no pudo esperar. Parece que sus dos amores pasaron a buscarla. Aprontó su alma y se fue.
Querida “vieja” lo único que puedo decirte es que ahora si te vamos a extrañar!! Mis floreros, los ciruelos, el Huguito chico y yo… Vieja y la puta que lo parió!! Que tengas buen viaje y no prendas fuego las hojas secas que te van a echar del cielo.

lunes, 14 de febrero de 2011

Recuerdos a futuro


Hizo un recorrido a lo largo de sus 48 años. No podía recordar bien los hitos de su vida. Trató de hacer memoria desde hoy para atrás. El 2011 le venía pesando, su vida y la historia le habían jugado varias malas pasadas.
Ya no estaba con Marcela. Llevaban 10 años separados, cuando la crisis del 2001 y el bendito “Corralito” los había dejado en la calle, y en vez de Gritar “que se vayan todos” decidió irse. Él, ese camino de regreso a su país (Estados Unidos), ya lo había realizado varias veces. Argentina le daba esas despedidas cada tanto. Esta vez se sumaba el regalo de la Soledad. Marcela, no se bancó mudarse con sus tres hijos en edad escolar: Nico, de 13, en pleno cambio de la secundaria, Yenni de 11 y Agustina de 6. Mucho Cambio para ellos.
Walter había conocido a Marcela en el ’83, cuando la vuelta de la democracia renovaba las esperanzas de un pueblo golpeado por una cruel dictadura. Las reuniones en el comité se extendían por las tardes y despertaban las ansias de libertad de toda la juventud, con Alfonsín a la cabeza se sentía gustoso. Con aires nuevos. Vayamos por la vida. El peronismo… daba miedo.
Walter, ya mayor de edad, había decidido no dejar escapar a Marce y le propuso matrimonio. “El punto Final” a una etapa y diciembre del 1986, les dio respiro.
1987 los encontraba, con ansias de progresar. Y ya habiendo pasado los primeros meses de convivencia y las primeras grescas, los militares mostraban que no estaban dispuestos a seguir al “Gran demócrata”, sino que también decidían demostrar su disgusto en Semana Santa. Walter y Marcela salieron a la plaza a apoyar la democracia nuevamente, esta vez sumándose al movimiento popular. ¡Si hasta la CGT realizaba una Huelga General!
Las cosas en casa se hacían casi insostenibles, el alquiler aumentaba, el sueldo,no. Marcela hacía magia para tener comida en casa. Walter solía escuchar las quejas… “esta mañana fui al super, el café estaba 5 australes y a la tarde pasé a buscar azúcar y estaba a 8!!! A vos te parece??”Walter ya no podía con todo. Se mudaron a una casa prestada y ni así se sostenía.
El Matrimonio estaba como el país, al borde del abismo. Pero no iban a abandonar antes de tiempo, como Alfosín, y menos con un hijo.
La lucharon con el menemato y dos hijos nuevos. La familia ya era tipo. Habían pasado la hiperinflación y habían vuelto a perder.
Lo que los tenía unidos era el amor que se daban. Por momentos no se sabía si era por inercia o el futuro les prometía grandes cosas. Aunque a veces descendía el amor y la paciencia. Ya se llegaba a las acusaciones de infidelidades, todo era casi paralelo al “menemismo”.
Nuevamente el radicalismo ganaba vitrina por rechazo al peronismo… Pero no logró levantar las caídas del gobierno anterior. Walter y Marcela tampoco. Las cosas empeoraron entre ellos, se les sumaba las cuestiones económicas, y “en estos tiempos el amor es regido por la economía”.-decía Walter:
Otra vez diciembre marcó el rumbo de la vida matrimonial: Lo social se tornó incontrolable los saqueos y desmanes eran una metáfora de lo que vivían en casa. Menos la muerte. Walter dejó la casa, simplemente a pie. Ningún helicóptero lo esperaba.
Así Walter se alejaba nuevamente de su segundo país. Esta vez con la esperanza de no volver y sólo llevarse lo mejor de si. Los recuerdos de un amor que le dio futuro a su vida.

sábado, 5 de febrero de 2011

de soles y nubes...



El solía repetir: Cuando moría el día, salió el sol. Hasta que... en "ese" amanecer, cuando el sol comenzó a salir... de la nada apareció una nube negra y una fuerte lluvia, cual diluvio, inundó la ciudad. Convirtiéndola en un lodazal. Una verdadera Pena!!!