No se veían seguido. Una o dos veces por mes. Pero con la intensidad de la vida misma.
Cada uno sabía qué, cuánto y cómo daba.
Cada uno sabía en qué y cuánto mentía el otro… y lo disfrutaban.
Se disfrutaban. Solo podían disfrutarse como sabían. Sin palabras, con caricias y mucho sudor.
Se necesitaban mutuamente. A la distancia se amaban, pero no se lo decían por miedo a sufrir.
El silencio y las caricias era el mejor aliado para ellos. Noches de mate, música, literatura, arte…pero silencioso.
Él la buscaba y ella accedía a los encuentros. No era mero capricho de ninguno. Era el afecto que los congregaba.
Él solía decir: “te conmino a venir” y ella decía. “allí estaré” nunca por miedo a las represalias, sino por el puro placer que tenía al compartir el silencio y la buena música.
Varias cosas tenían en común: La coraza era la más evidente (aunque solían sacárselas cuando se encontraban), los miedos a sufrir pero sabían que el dolor era inherente a ellos mismos; el saberse amable (con capacidad de amar y ser amados), pero el desasosiego sólo les hacía mostrarse duros.
Él pensaba que la inteligencia y la sensibilidad era un mixtura no recomendable para una mujer, porque la hacía vulnerable.
Ella, por su parte, pensaba que… la sensibilidad podía existir de las puertas para adentro y que el ser inteligente no implicaba riesgo alguno. Pero odiaba todo lo que involucrara fragilidad. Jamás se haría ver como sensible. Aunque delante de él, poco importaba.
Sólo podían encontrarse cuando sus relaciones inestables se los permitía. Ellos eran tan inestables como sus propios vínculos. Inestables estables. Sabían el ritmo que debían llevar. Se acoplaban muy bien. Y se sabían casi de memoria.
Se conocían a la perfección, detalles del amor, de los mimos y los bailes con las sábanas.
Sólo algunos días, cuando no se veían… se hablaban. Largas charlas, horas de filosofía (de la barata y de la seria). Así se complementaban en el próximo encuentro.
Eran días de Angustia, de uno o de otro, pero angustia compartida. Eran los días donde sólo podían darse besos paternales, filiales o fraternales. Besos al fin.
Ellos no saben cómo terminará la historia. Sólo saben que se buscan, se encuentran y se disfrutan. Así, como saben hacerlo… en silencio.
sábado, 13 de junio de 2009
jueves, 4 de junio de 2009
PINKY Y CEREBRO:A CONQUISTAR EL MUNDO

No saben en qué condiciones, ni cuándo ni por qué… pero un día se vieron sentadas en un bar; rodeadas de proyectos, sueños y múltiples ideas para salvar el mundo…
Sacaban cuentas… alrededor de un año había transcurrido desde que se vieron por primera vez. Una de ellas (yo) recuerda que a una pregunta de la otra (Ella) le había respondido con munición gruesa. Ese fue el primer recuerdo de cómo se hablaron.
Después pasaron por unos acetos, unas ballerinas, uso ceniceros no cambiados… mucha risa, cervezas, vinos y ensaladas de frutas.
Pudieron compartir sus vidas, sus muertes, sus “re-nacimientos” y cada momento de vida que se suelen robar.
Lo importante, el día de hoy es que en cada encuentro, con día fijo en la semana y con algún otro sustraído a la soledad, se juntan para solucionar y compartir cada segundo de este mundo.
El mundo circunstancial… doloroso y acobardado que las rodea.
Ese en que nos tocó estar, vivir y hacer.- Es el que tratamos de cambiar en cualquier bar, en un “paquete” restaurante o en el césped del Parque Ecológico.
Esta noche… como todas las noches, como “Pinky y Cerebro”, pensaremos la forma de “solucionar los problemas del mundo”… con la diferencia de la cena: Polenta: para tener fuerzas… pajaritos: para volar, un buen vino para reír y frutas para dar colores a la noche y a cada uno de nuestros sueños.
Cecilia… Gracias por estar, compartir y Estar. Con un beso en el alma.
Sacaban cuentas… alrededor de un año había transcurrido desde que se vieron por primera vez. Una de ellas (yo) recuerda que a una pregunta de la otra (Ella) le había respondido con munición gruesa. Ese fue el primer recuerdo de cómo se hablaron.
Después pasaron por unos acetos, unas ballerinas, uso ceniceros no cambiados… mucha risa, cervezas, vinos y ensaladas de frutas.
Pudieron compartir sus vidas, sus muertes, sus “re-nacimientos” y cada momento de vida que se suelen robar.
Lo importante, el día de hoy es que en cada encuentro, con día fijo en la semana y con algún otro sustraído a la soledad, se juntan para solucionar y compartir cada segundo de este mundo.
El mundo circunstancial… doloroso y acobardado que las rodea.
Ese en que nos tocó estar, vivir y hacer.- Es el que tratamos de cambiar en cualquier bar, en un “paquete” restaurante o en el césped del Parque Ecológico.
Esta noche… como todas las noches, como “Pinky y Cerebro”, pensaremos la forma de “solucionar los problemas del mundo”… con la diferencia de la cena: Polenta: para tener fuerzas… pajaritos: para volar, un buen vino para reír y frutas para dar colores a la noche y a cada uno de nuestros sueños.
Cecilia… Gracias por estar, compartir y Estar. Con un beso en el alma.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)